viernes, 23 de abril de 2010

Hombres quebrados

Los hombres quebrados pueden ser igual de peligrosos, pero también son dignos de compasión. Casi todos son gente sencilla, hombres del pueblo que nunca habían estado a más de media legua de la casa en la que nacieron hasta que un día, un señor cualquiera se los llevó a la guerra.
...
Ven caer al señor que los llevó allí y, de repente, otro señor les grita que ahora lo sirven a él. Reciben una herida y, cuando todavía la tienen a medio curar, reciben otra. Nunca tienen comida suficiente; el calzado se les cae a pedazos de tanto caminar; la ropa se les desgarra y se les pudre, y la mitad se caga en los calzones porque ha bebido agua que no era potable. Si quieren unas botas nuevas, una capa más caliente o, tal vez, un yelmo de hierro oxidado, tienen que quitárselo a un cadáver; no tardan en robar también a los vivos, a los aldeanos en cuyas tierras luchan, a hombres como los que eran antes ellos mismos. Les matan las ovejas y les roban las gallinas, y de ahí a llevarse también a sus hijas sólo hay un paso. Y un día miran a su alrededor y se dan cuenta de que todos sus parientes y amigos han desaparecido, de que luchan al lado de desconocidos y bajo un estandarte que ni siquiera identifican. No saben dónde están ni cómo volver a su hogar; el señor por el que luchan no sabe cómo se llaman, pero ahí está siempre, gritándoles que formen una línea con sus lanzas, sus hoces, sus guadañas, para defender la posición. Y los caballeros caen sobre ellos, hombres sin rostro envueltos en acero, y el retumbar de su ataque parece llenar el mundo...

Y el hombre se quiebra.


Da media vuelta y huye, o se arrastra entre los cadáveres de los caídos, o se
escabulle en plena noche y busca un lugar donde esconderse. A esas alturas, los hombres quebrados ya ni piensan en volver a casa. Los reyes, los señores y los dioses les importan menos que un trozo de carne medio podrida que les permita vivir un día más, o un pellejo de vino agrio con el que ahogar sus miedos unas horas. Viven de día en día, de comida en comida; son más animales que humanos. [Festin de Cuervos - Canción de Hielo y Fuego ]


Nuestra guerra ya no es como las de antaño o como las de los libros... pero siguen quedando hombres quebrados tras las luchas, tras la contienda en que se convierte el día a día en una realidad como la que nos toca vivir. Los "señores" hoy en día no son dueños de unas tierras en las que vivimos sino de los salarios con los que comemos, dueños de los poderes que nos gobiernan, de las leyes por las que nos regimos, de la sociedad en la que persistimos. Los "señores" somos nosotros mismos aborregados e indolentes que nos permitimos creer que no somos más que eso... hombres quebrados.

Hombres que se contentan con pasar un día tras otro, que luchan tras estandartes que ni siquieran conocen...

¿Hace cuánto que dejamos de luchar? ¿de creer que el mundo puede ser distinto? ¿de ver las cosas que no nos gustan y no levantarnos contra ello? Hace cuánto que nos resignamos a ver crecer el número de parados, de ver congelarse los sueldos, de trabajar más horas por un salario menor, de pagar por nuestras casas mucho más de lo que valen realmente... ¿de someternos a unas leyes que no nos protegen? ¿de dejar que la infancia se contamine con delitos gratuitos pues si los cometen no tienen pena?

¿Cuando dejaremos de ser animales y volveremos a ser humanos?